viernes, 15 de octubre de 2010

una historia de otro planeta



La pintura muestra a Venus descansando contenta, mientras Marte duerme.

La historia mitológica cuenta que Venus resultaba la diosa del amor y la belleza. Por medio de sus encantos atraía múltiples pretendientes, tanto dioses como mortales. Se encontraba casada con Vulcano, dios del fuego. Sin embargo, su verdadero amor resultaba Marte, dios de la guerra. Durante muchos años, ambos concibieron su amor en secreto, escapándose de la vida tangible que los envolvía.
Remontándonos al universo, Venus y Marte se proyectan ambos como planetas dentro del sistema solar, a veces más unidos, otras más alejados… pero siempre presentes ante la vista nuestra.
Vulcano tarde o temprano descubriría el amor entre estos dioses. Por este motivo, Marte- Venus huirían nuevamente dispersando su amor en el cielo. La salida del mundo terrenal al mismísimo universo los convertiría en una simbiosis eterna.
Pasando en limpio las páginas, la historia vuelve a lo concreto 5 años atrás cuando un niño inglés se encuentra con una pequeña muchacha. Martín, su significado, relativo al dios Marte. El hombre alto viajaba constantemente en una odisea casi interminable desde el sur provinciano al centro de la capital federal para visitar a su novia, Lucía. Entre tantos viajes, (inclusive al exterior de la provincia) el muchacho decide contarle a la niña el significado de su nombre. En ese preciso momento, dice llamarla Venus, incitando a la historia mito/planetaria. Las distancias se vuelven nulas en la relación a partir de ese instante. Separados por río, carreteras, cuadras, inclusive por tiempos, rutinas, desgaste, ambos se sentirían aliviados pensando que podrían encontrar al otro en ese universo fantástico mirando simplemente un poco más arriba de lo usual.
Así, al pasar el tiempo, cada uno de ellos observaría las estrellas y el cielo cuando sintiera la ausencia del otro, buscando a marte o venus para sentirse correspondiendo. A veces los mismos planetas se encontraban mas cercanos, otras más alejados. Marte siempre decía que la unión/desunión entre éstos refería a los sentimientos del otro: cuanto más próximos se encontraban, implicaba que más aún se pensaban el uno al otro.
En un determinado momento las cuerdas comenzaron a danzar en un sinfín imposible de detener su curso.. Venus aclamó “crearé cuántos mundos se requieran para remar contra la corriente. El encuentro será infinito, y el sueño interminable”. Tiempos, distancias… cualquiera fuere la intención de Venus, carecían de cuento planetario o mitologico que los una.
Y así, actualmente, si bien sus caminos y construcciones se tornaron diferentes, esa fuerza le permitió a la muchacha percibirse muy latente en el espacio… De esta forma, sus queridos toman conciencia que encontrándose cercanos, alejados o aledaños de ella… guiando la vista en un ángulo hacia arriba, podrán encontrar a la mismísima Venus, observándolos y cuidándolos tanto en el mundo terrenal como onírico..

3 comentarios:

  1. Hermosa historia. Qué bello que una mujer sea femenina, que sueñe sin culpa como lo haces vos.
    Otras mujeres le tenemos demasiado miedo a las historias románticas. Tanto que en vez de leer "Un historia de otro planeta" leí "Una histEria..".
    Quiero seguir leyendo de tí y tus esperanzas en el amor.

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  2. Una historia q queda latente en el timepo, espacio y en el cielo.
    linda historia, vivida con vos.

    tu jupiter.
    te ama

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  3. Hormonales lo dijo bien. Yo agregaría, desde una mirada masculina, que ciertos temores se extienden más allá de lo romántico, ocultando muchas facetas sentimentales. Para honrar tu femenina valentía de exponer bellamente una historia bien tuya, mi primer comentario a tu primer posteo -espero uno de muchos-, expongo algo propio, una pequeña historia recordando una anécdota familiar, escrita para mi hermano Santiago. Beso grande Lula!!! A seguir posteando!!

    A Santiago, El Quico:
    El Quico es mi hermano. Es alguien con el que tuve que convivir desde que tengo uso de razón. Gracias a Dios.
    Ya que desde tan temprano llamo a la memoria y a la razón, que es su huérfana, no puedo más que contar mis primeros encuentros con él (o casi)
    Habrá sido envuelto entre mantas y olores a bebe. Habrá sido con el beneficio de las palabras tiernas prodigadas a cada nuevo llegado. Habrá sido en épocas de primeros juegos y el no saber qué era ese otro. Habrá sido en esa época rara de ensueño en que uno no sabe si es ensueño, sueño, fantasía o el cajón de muchas otras cosas inclasificables.
    Sí, inclasificable. Así se puede decir del muchacho. Desde la época del “manguera”.
    Orgulloso demostrador de las capacidades estilísticas del renombrado miembro masculino, descubrió su capacidad rebelde alardeando como, desde la nieve y en un frío donde hasta las ostias se cagaban de frío, él tenía su manguera oblonga y dispuesta, perfectamente cerca de su tamaño y consistencia normal (contradiciendo el saber popular) entrelazada entre sus dedos gordos de niño y con las patas desnudas, despreciando el peligro bien cierto de quemadura y ampollamiento.
    Tenía la fresca actitud de alguien que ves venir de lejos y te dice: Hola que tal, está brava la tormenta de nieve. Nunca vi una antes. Me voy a dar una vuelta.
    Pero eso sí, en bolas.
    El Quico, mi hermano, siguió como se puede esperar, en esa senda. Después del invierno no necesitó de una tormenta de nieve para andar en bolas revolviendo y estirando su masculinidad ante los incautos. Andaba en bolas no por revolución social, sino por gusto. Y tenía los cachetes colorados. Y en los ojos, vida
    Y en la vida siguió. Yo he encontrado un hermano en la vida.
    Créanmelo, no lo digo por el parentesco.
    El Quico, mi hermano, creció mucho desde aquella nieve que hoy recuerdo. En altura y en muchas otras cosas mucho mas interesantes. Hoy cumple años. Digámoslo así: hoy es su natalicio
    Yo soy uno de los privilegiados. Estoy cerca de él.

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